LUNA.



No son las nueve pero lo serán pronto, mientras tanto, además de
correr el minutero del reloj corre la mujer de las botas húmedas,
corre esquivando un charco, corre con el afán del hambre y del tiempo
que se acaba. Son las nueve y sobre la mesa de mantel a cuadros se
sirve una sopa a la que no le dieron tiempo de calentarse. -Corre y
deciles que la están esperando. Bebe la sopa, piensa, bebe la sopa,
llora, bebe la sopa, vuele a pensar. Las nueve quince marca el reloj
de la iglesia de puertas cerradas.  -Que andés a recibir una llamada
dice mi mamá. -De quién. -Si queres me esperás vuelvo corriendo le
pregunto y regreso corriendo a decirté. En el plato sobre la mesa
quedan trozos de papa y un cuncho de agua teñida de amarillo. -Alo.
-Alo. -Alooo. Las botas siguen secas, la respiración se agita, el
tiempo se acaba. -Si no vas a hablar para que llamas... para qué la
llamas ¡MALPARAIDA!

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